“Secuestro“, la nueva película de Mar Targarona tiene intriga, te hace saltar en la butaca, soltar algún que otro “¡Ay, qué dolor!” en ciertas escenas, e incluso cubrirte los ojos con las manos, para visualizar entre tus dedos y a hurtadillas otras. Hasta allí llega, pero desafortunadamente en eso se queda. Es esa clase de producciones que, contando con buenos ingredientes, podría haber sido un buen thriller, pero no.

La historia nos sumerge en la desesperación y el vuelco que da la vida de Patricia de Lucas (Blanca Portillo), una prestigiosa abogada, cuando su hijo Víctor (Marc Domenech) desaparece del colegio sin dejar rastro. Horas más tarde, el crío reaparece magullado, confesando que un hombre había intentado secuestrarle, pero que él había conseguido librarse y escapar. La letrada, valiéndose de sus influencias, logra que el suceso pase a ser de dominio público a través de la Prensa. La Policía entonces se moviliza y tras una rueda de identificación con el pequeño dan con el presunto responsable. Sin embargo las pruebas que son insuficientes, por lo que el acusado queda en libertad. Es entonces cuando Patricia, asustada y temiendo lo que pueda pasar, decide tomarse la justicia por sus manos y a partir de ese punto la situación se le descontrola. Las consecuencias serán imprevisibles.

La intención de Mar Targarona era, explica, reflejar el crudo mundo de hoy en el que “ya no hay buenos ni malos, sino personas con debilidades, con ambiciones y egoísmos que las han convertido en los que son”. La película, a través de la transformación de Patricia de Lucas, nos habla de cómo la maternidad te convierte en un ser vulnerable, del amor y de las máscaras que nos ponemos nosotros mismos con el fin de dar consistencia al personaje que nos creamos para enfrentarnos a la vida.

La directora nos plantea cuestiones como ¿el fin justifica los medios?, ¿Puede el amor maternal saltarse todos los códigos de conducta para defender al hijo en peligro? Hasta ahí, todo cristalino como el agua, pero ya lo dice el refrán: “Quien mucho abarca poco aprieta”. En Secuestro se sobrevuelan varios temas conflictivos y delicados de nuestra sociedad, como puede ser la corrupción en la Justicia (y no quiero mencionar el resto para no destapar la trama) sin profundizar ni en uno solo de ellos. Son piezas necesarias para articular la historia, pero están muy mal hilvanadas. Primer gol en contra de la peli: un guión disperso que imposibilita que el espectador acabe de engancharse o comprometerse con lo que está viendo.

Otro de los grande desaciertos ha sido el casting de actores. Patricia es una abogada elegante, un pelín pija pero sin exagerar, supuestamente fría, implacable, calculadora y muy de armas a tomar, que va por la vida sobre tacones. Pues ese personaje le encaja a la maravillosa Blanca Portillo (una de nuestras mejores actrices, sin lugar a dudas) tanto como a Belén Esteban un modelo de Chanel, para que nos entendamos y no es que la una no pueda con lo otro, pero sería como echarle azúcar a un huevo frito. Intuyo que una de las posibilidades de tamaño fallo es que Secuestro fue escrita por Oriol Paulo (El cuerpo y Los ojos de Julia) cuya actriz fetiche-al parecer, según sus antecedentes- es Belén Rueda. Ella sí, por ejemplo, se hubiera calzado el personaje como hecho a su medida. Me pregunto si no era la idea original.

Otro no gancho del largometraje es la comparececia especial de José Coronado interpretando a Raúl, un ex de Patricia. Da la impresión que al actor madrileño, le ocurre lo que le pasaba a Antonio Resines hasta que rodó “La buena estrella” (1977) con Ricardo Franco. Coronado siempre hace de sí mismo o, en el mejor de los casos de él mismo en la película “No habrá paz para los malvados” (en la que sí estuvo memorable). Es como un pintor que ha dado en el clavo con una marina espectacular y a partir de esa obra comienza a repetirla para seguir triunfando. ¡Qué no José! que en interpretación hay un amplísimo registro de interpretaciones súper fascinantes de investigar y trabajar. Pena.

Pero “Secuestro” también tiene cosas buenas o excepcionales, como es el estreno en cine de Marc Domenech que se transforma en Víctor el hijo desaparecido de Patricia. El niño sí consigue que te metas en su piel y en su cabeza. También están geniales Andrés Herrera, dando vida a Charlie el presunto secuestrador, algo bobo, frágil, desesperado… vamos un superviviente de sí mismo, al que de buena gana le reprocharías ser tan idiota. Es sin lugar a dudas un actor de esos que te apetece ver más habitualmente en cine. A su lado Macarena Gómez, también grandiosa. Ella es Raquel su chica, otra alma algo desamparada que lo quiere, tampoco tiene otra salida. Borda el papel. En busca de lo positivo, también destacan las localizaciones, todas en Catañuña: acertadísimas, dan veracidad a la trama. El resto del reparto, pasa sin pena ni gloria.

Honestamente, la sensación que tuve al acabar el pase fue que la película podría ser perfectamente una serie de televisión, con cierto y relativo interés, incluso hasta por los acordes de su banda sonora que también son más afines a ese pequeño formato. “Secuestro” podría haber sido, pero no es.