Charlar con Tomás Alía (Lagartera, Toledo, 1964) siempre es enriquecedor, un placer. Es uno de los arquitectos interioristas made in Spain de mayor prestigio, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras y, por sobre todas las cosas, es un ser humano adorable, un anfitrión excepcional, seas tú el fontanero que vas a arreglarle un grifo o un príncipe espantosamente esnob de cualquier rincón del planeta. Lo comprobamos Thomas Canet (genial autor de los retratos y las fotos de esta historia) y yo cuando le visitamos en su casa. No puede evitar ser él mismo esté dónde esté y sin importar con quién. Tremendamente culto, su sabiduría y sus pensamientos van más rápidos que el, me recuerda a Johnny Carter, es saxofonista protagonista de El perseguidor, un maravilloso cuento escrito por Julio Cortázar en 1959. Tomás habla y vive a toda velocidad, quizá porque tema que el tiempo se le escape sin decir o hacer todo lo que tiene dentro.

El pequeño (y más mimado) de cuatro hermanos, Tomás vive desde hace alrededor de diez años en el Barrio de las Letras, en Madrid, en un edificio decimonónico que pertenecía a la familia del pintor Federico Madrazo. Alía es vecino de Belén Domecq y está a dos pasos de la casa de su amigo Pascua Ortega. Los decoradores unidos jamás serán vencidos Su casa es casi un showroom de su talento, de esa mezcla de estilos tan personal, armónica y de bienestar que le caracteriza.
Dos figuras en uno de los rincones del comedor.
“Conceptualmente esta casa es mucho más clásica de lo que yo habitualmente propongo. Cuando yo llegué aquí, el piso estaba destruido, llegabas al lobby y te hundías hacia abajo… ¡Era un agujero negro! A mí me enamoraron las posibilidades que tenía. Estaba súper compartimentada, repleta de cuartitos y eché todo abajo para dar sitio a grandes espacios en los 190 metros: dejé un recibidor, dos cuartos, biblioteca, salón, comedor, vestidor, cocina y una habitación”, nos explica.

Alía ha dejado su sello en pisos, hoteles, locales nocturnos e incluso ahora se atreve con el master plan de una ciudad en La Meca y un estadio de fútbol en Doha que, en el 2022, será uno de los escenarios de la Copa del Mundo en Qatar. A este lagartero, muy orgulloso de serlo, el gusanillo de buscar la belleza en cualquier rincón le viene desde pequeño. “Me encantaba cambiar las cosas, nunca me gustaba cómo las tenía la gente, incluso en el internado movía las camas de sitio, ja, ja. ¡Era una obsesión! Tenía que inventarme mis propias movidas.”


Bueno, dejémonos de cháchara y vamos a lo que vamos, o sea, un mogollón de preguntas.
He leído que te definen como el de interiorista de la aristocracia y del establisment ¿estás de acuerdo?
Esa es una de mis facetas, que es la de diseñar espacios privados muy potentes dedicados a un sector de público muy elitista, pero no me gustan que me encasillen. He tenido la suerte de conectar con cierto sector de clientes que han valorado mucho mi obra, proyectos de mucho nivel. Y esa gente los aprecian como grandes templos que no enseñan a nadie, son los sitios donde descansan y reciben. Cuando estas familias se quieren modernizar dicen: ‘Vamos a llamar a Tomás Alía’. Pero por otro lado, mi vocación como diseñador es bastante social. Me interesa mucho mi vertiente como diseñador industrial de muebles y me gusta que las piezas que diseño lleguen a todo el mundo. Como una gran parte de los espacios que hago son públicos, la obra está destinada a la gran mayoría. Pero desde luego no me identifico con lo de ser el decorador de la jet-set.

¿Hay alguna cosa en la que la gente esté equivocada respecto a ti?
A veces en encasillarme, y suele pasar: Este tío es muy caro, es muy elitista, solo trabaja en el extranjero, hace palacios para el emir de Qatar… Y no me interesa ese target y las historias viene por ahí. El lado económico y social del diseño que llega a la gran mayoría es lo que más me interesa. Un estadio para la Qatar Fundation, por ejemplo es caro, pero las viviendas de autor que yo he hecho, no lo son, el precio que tienen es el del mercado.
“Yo soy un superficial profundo ¿sabes? Me interesa que mi alma esté amueblada y estar contento. A lo mejor de cara a la galería soy social superficial, pero en mi interior yo tengo que proyectar lo que siento”.
Eso quiere decir que si viene alguien, sin demasiado dinero, pero con un proyecto que te interesa porque es un desafío, tú te lanzas de cabeza.
Lo que más me gustan son los desafíos. ¿Y qué es lo que más me interesa?: mi siguiente proyecto. Me enamoro cuando entra, me vuelvo loco mientras lo desarrollo, pero lo que quiero es ir terminándolo para empezar el siguiente.

¿Te molestaría que la gente te tachara de ‘superficial?
Yo soy un superficial profundo ¿sabes? Me interesa que mi alma esté amueblada y estar contento. A lo mejor de cara a la galería soy social superficial, pero en mi interior yo tengo que proyectar lo que siento. Si yo estoy feliz mis interiores son alegres y si estoy triste, o paso por alguna crisis, a mis interiores también se les nota.
Pero a tí siempre se te ve sonriendo…
Mi carácter es muy positivo y, aunque haya problemas, la procesión va por dentro. Pero soy muy de optimizar y positivar las cosas. No tengo y no quiero tener tiempo para deprimirme… Porque sino, ja, ja, me deprimo.


Siempre vas de punta en blanco ¿te atrae la moda?
La arquitectura y el diseño beben de las mismas fuentes que la moda: el arte es nuestra fuente de inspiración. La moda, como ocupación, me interesa muchísimo. De algún modo es un reflejo de la sociedad, las tendencias, hacia dónde se dirigen, la forma de expresión… Todo esto tiene que ver mucho con nuestro mundo.
¿Te inspira?
Me inspira la gente y en los países emergentes, como México, la India o Marruecos, que si bien tienen sus tradiciones y mucha historia, en ellos siempre pasan cosas nuevas, tienen distintas formas de expresión, hay savia fresca, en ellos nada es lo habitual y me lo cuentan. La vieja Europa es el ombligo, pero está todo muy tranquilo. Las ciudades hechas no me ofrecen nada en este sentido.
Y retomando lo del vestir ¿eres un shopper empedernido?
Me ha gustado mucho salir de compras y de hecho he proyectado tiendas, pero ahora lo que no tengo es tiempo. Entonces, la ropa fácil la compro en la calle, pero luego tengo un sastre en Tánger que me cose lo que yo quiero.

Has hecho varias discotecas ¿eres discotequero?
Soy un noctámbulo total. A mí la inspiración me surge a partir de la 1 de la madrugada… Curiosamente ahora, me viene a las 5 o 6 de la mañana. Cuando me despierto soy una persona súper viva, con una energía y un biorritmo totales en alza, es la mejor hora para todos los temas resolutivos. Por la tarde estoy más tranquilo, es muy relax, y la noche me acelera otra vez, es el momento de mayor creatividad, con lo cual me gusta mucho salir y soy muy discotequero.
Mi carácter es muy positivo y, aunque haya problemas, la procesión va por dentro. Pero soy muy de optimizar y positivar las cosas. No tengo y no quiero tener tiempo para deprimirme… Porque sino, ja, ja, me deprimo.
¿Un John Travolta en la pista de baile?
Me ha gustado bailar, como a todo el mundo, pero lo mio es socializar. Disfruto mucho del lado divertido de la noche y conocer gente. De hecho, mis grandes proyectos han salido de la noche, pero vamos ¡la mayoría! Lo digo alto y claro. Mi madre me reñía “¿A dónde vas?”.

¿Qué no has hecho por hacer lo que haces ¿Cuál es tu frustración profesional?
El diseño de moda, ropa femenina, lo dejé un poco aparcado… Aunque nunca es tarde y siempre se puede ¡Fíjate en Antonio Banderas! Y luego, a medida que voy avanzando en mi profesión, me gusta más toda la parte que se relaciona con la arquitectura y el diseño industrial. Lo decorativo, actualmente es lo que menos me interesa. ¡Me aburre que me mata! Lo bonito es crear el espacio y resolver el diseño de los muebles… La parte ornamental me cabrea bastante.
¿Qué personas influyeron en ti para que te dedicaras a lo que haces?
Mi madre. Ella se ha dedicado a defender la artesanía y la tradición de Lagartera con exposiciones por toda España y todo el mundo. Es académica de la Gran Academia.
¿Recuerdas alguna frase que ella te haya dicho y que te ha quedado grabada para siempre jamás?
Sí. “Sumar y multiplicar, nunca restar” y no a nivel numérico, sino en todo lo concerniente a la vida. Todo lo que te aporte, quédate con ello; todo lo que reste ¡Fuera!

Si fueras un personaje de cuento ¿Cuál serías?
Peter Pan ¡Voy saltando por la vida!
¿ Hay algún tema sobre el que te gustaría saber mucho más?
Siempre hay que saber algo más de todo. Mira proyecto del Estadio Olímpico para Qatar Fundation: de repente llega un momento en que nos sabes nada de nada. Tienes que investigar en acabados, en soluciones, en técnica, sobre todo cuando estás pensando en presente y futuro, ¡es caótico!. Inevitablemente debes estar al día en iluminación, en el comportamiento de los materiales y la sostenibilidad. En estos momentos todo lo que hacemos tiene que tener conciencia Eco y en ese campo, sin duda, eternamente faltará mucho por aprender.
Cuando los proyectos empiezan con muchas comidas siempre salen mal, es una premonición. Yo soy más de charlamos por la tarde y tomamos una copa, o te vienes por mi despacho o yo voy al tuyo. Como empieces comiendo ¡Mal asunto!
Lo inesperado estará siempre llamando a tu puerta…
Yo me sorprendo muy fácilmente. Aunque haya muchos años de experiencia cada día surgen cosas nuevas y siempre hay que estar expectante.


Hablando de estadios monumentales ¿te gusta el fútbol?
A mí cero ¡Me espanta el fútbol! Pero para un estadio hay un briefing que incluye una zona very VIP para la familia real, otra VIP para el establishment, otra en la que los atletas y el público en general tienes un espacio para rezos y limpieza, o una zona de convivencia de la propia universidad con sus áreas de relación, estudios, etc. solo por mencionar algunos apartados. ¡Imagínate la cantidad de diseños que deben intervenir en todo esto! Al final es un rectángulo y todo lo que envuelve ese césped, la cantidad de condicionantes, como entradas jerarquizadas para los coches…. ¡La infinidad de cosas que hemos diseñado durante 2 años y medio! en ellas, desde luego, el fútbol no es lo más importante.
También te has lanzado con el master plan de una ciudad entre Yeda y Meca ¿suponenos que te gusta más que el fútbol?
¡Es muy apasionante! Nos hemos convertido en urbanistas. Ordenar el espacio a una gran, pero gran escala, es algo extraordinario. Es una ciudad de planta vegetal, toda la topografía y el gesto a nivel de viales, de calles, de formas orgánicas responden a elementos relacionados con la vegetación… El proyecto aún está en el aire, se podrá hacer o no, pero ante el Consejo de la Meca hicimos una presentación brutal ¡fue impresionate! y el trabajo que hicimos, pase lo que pase, ha valido la pena.

¿Cómo te quedaste cuando te plantearon hacer una ciudad? ¿Lo habías pensado alguna vez?
Yo trabajaba con un jeque con el que viajábamos por Irán y por Maldivas para ver qué podíamos hacer juntos, y a él le surgió el tema . Me dijo que presentáramos el nuevo master plan de La Meca y me dio 4 meses para hacer un anteproyecto. Y así nos presentamos, adoro los retos. Ahora estoy haciendo una torre en Dubai y no me da ningún miedo.
¿Cómo defines tu estilo, tanto en interiorismo como en arquitectura?
Es cosmopolita. En él conviven, se reconcilian y se aúnan varias tendencias. Siempre me gusta diseñar en claves contemporáneas, me interesa el pasado para mirar con sabiduría el presente y el futuro. Por otra parte, en relación con los materiales, soy más textual que visual, me gusta tocar y disfruto con los contrastes: frío, calor; madera y mármol; cristal y madera y el mix de textiles. Soy muy contrastado y tocón. En arquitectura, ordenado y racional… Me encantan Herzog & de Meuron, Pawson y me fascinaba Zaha Hadid.

Tienes clientes por todo el mundo ¿es lo mismo tratar con un árabe, un norteamericano o un español? ¿Cómo definirías a cada uno de ellos?
Obviamente la cultura marca mucho el trato. El español, para proyectos privados, es muy fácil siempre y cuando el cliente confíe plenamente en tí, de otra manera puede ser terriblemente agotador. Lo ideal es que él te cuente lo que pretende, que tú lo analices, hagas casi de psicólogo de la persona, desentrañando cómo es y cómo es su vida. Luego tú lo interpretas y si él lo respeta ¡fenomenal!

Los árabes nos quieren mucho y nos respetan a nivel profesional, pero también es insistente, muy de valorar y comparar todo y te pone a prueba siempre. Todo el proceso es muy lento. Los árabes siempre te dicen que ‘tienes que demostrar músculo’, sino lo tienes a ellos no les vales. Lo primero en interés, y lo segundo en capacidad. Lo que más les gusta es que montes una oficina allí para trabajar directamente con ellos.
En cuanto a los norteamericanos… El mundo sajón, incluyendo a los british, es muy complicado: es de mucha definición, y nosotros siendo latinos no somos muy dados a tantas especificaciones y a veces, con tanta movida, no podemos más. Cuesta trabajar al estilo sajón, es muy delicadito.
Respecto a los clientes ¿Has dicho no a muchos proyectos, te dejas llevar por tu olfato?
A las cosas que no te interesan, y me han propuesto barbaridades. Y por otro lado, yo soy muy químico, a veces rechazo trabajos por una cuestión de piel, porque sé que esa persona no me inspira nada y el posible proyecto es fallido desde el primer encuentro.
Cuando los proyectos empiezan con muchas comidas siempre salen mal, es una premonición. Si empieza con muchas reuniones, fenomenal. Con comidas por eso de si hablamos, nos conocemos, etc., nunca funcionan. Yo soy más de charlamos por la tarde y tomamos una copa, o te vienes por mi despacho o yo voy al tuyo. Como empieces comiendo ¡Mal asunto!

Hay envidias en tu profesión
Todas.Yo tengo grandes amigos en la profesión y luego hay mucha competencia y mucho intrusismo, abundan los no profesionales y los aficionados al buen gusto de tipo “yo diseño, yo decoro” que a mí me ponen a 3.000 por hora. Yo no cocino, ni hago un programa de televisión porque no sé.
El amor, el mal de amores o el desamor ¿influyen en tu trabajo?
Decide muchísimo y se nota. Puedo pasar de hacer cosas racionales y ordenaditas a una eclosión del color y la forma que es todo lo contrario.
Como dicen los artistas: ¿mientras más se sufre más se crea?
Está claro. En diseño en general es tal cual. La felicidad es como el hambre: los toreros gordos o pijos no torean, cuando estás feliz te apetece disfrutar de su felicidad y no ponerte a hacer otras cosas. ¡Está clarísimo!
Tú, como cantaba Roberto Carlos ¿tienes un millón de amigos o se pueden contar con los dedos de una mano?
Tengo muy buenos amigos, los grandes amigos son menos, pero soy un tío que tiene la gran suerte de que la gente me quiere mucho. La gente me inspira mucho. Conservo los amigos de mi infancia y desde hace 20 años tengo la misma gente alrededor y somos recíprocamente incondiocionales. Creo en la amistad y en la lealtad.
Según van las cosas, las relaciones son cada vez más virtuales ¿estás enganchado a facebook, twitter e instagram? Qué le ves de bueno y que de malo a las redes?
Yo estoy muy enganchado. Lo bueno y lo malo es que te desnudas todo el tiempo, dónde estás, cómo estás y lo que te gusta, quizá sea un poco absurdo, pero lo mejor es que te puedes comunicar fácilmente, eso es una ventaja.
¿Algún proyecto en marcha, de esos que nos enamorarán?
Voy a lanzar una colección de 7 muebles, sillas, mesa, mesa auxiliar, sofá, butaca, consola, lámpara y alfombra para Baltus… Me encanta porque he investigado mucho y he visto maravillas.
Habrá que esperar hasta que se presenten y, por cierto, la presentación dará que hablar.
Fabulosa entrevista y él extraordinario, le quiero.
Es absolutamente adorable Mari Carmen ¡Muchas gracias!