
Supera con creces los 100.000 visitantes, la exposición Kandinsky. Una retrospectiva, en CentroCentro de Madrid, merece que hagamos la cola con paciencia, para disfrutarla, también, con una deleitosa serenidad. Es una de las mayores muestras monográficas que se han hecho en España de la obra del pintor ruso.

Esta muestra, que reúne un centenar de obras, entre óleos, tintas, guaches y grabados procedentes del Fondo Kandinsky del Centro Pompidou de París es la puerta que nos adentra en el mundo interior, la musicalidad, la poesía y la lógica de Kandinsky, un creador audaz que dio vuelta a la tortilla del arte en Alemania, Rusia y Francia.
“Un lienzo en blanco es una maravilla viviente … mucho más hermosa que ciertas imágenes”.

Vassily Kandinsky, el gran genio de los garabatos (Rusia 1866, Francia 1944), iba para abogado, aunque antes de estudiar la carrera Derecho y Economía en la Universidad de Moscú había tomado clases de música y dibujo. Él iba directo hacia una dirección y su destino, más pausado, hacia otra. Quizá por esto, no solo se licenció sino que acabó dando cátedra en la misma institución en la que se había formado. El giro radical llegó en 1896 visitando una exposición en Moscú, se quedó impresionado y se le abrieron los ojos ante el Impresionismo (valga la redundancia), especialmente con la serie de los almiares de Claude Monet. Un año más tarde Kandinsky el letrado abandonaba Rusia y su vida, tal como la había vivido hasta entonces, todo por amor al arte (nunca mejor dicho), hizo las maletas y se marchó a Alemania.
“El artista no solo debe entrenar sus ojos , sino también su alma”.

¿Su destino?: Múnich. Allí no tardó demasiado en codearse con coetaneos expresionistas, se sumergió en las profundidades del mundo del arte y fundó junto a Franz Marc el mítico grupo de artistas Jinete Azul (Der Blaue Reiter). Un foro que reunió a artistas interesados en el Arte Medieval y primitivo, así como en el Fauvismo y el Cubismo. En esa primera etapa Vassily pintaba paisajes sombríos que poco a poco iban evolucionando hacia una intensidad casi fauve y temas fantásticos basados en tradiciones folclóricas rusas o en la Edad Media alemana. Al estallar la Primera Guerra Mundial, Kandinsky abandonó Alemania. Pasó por Suiza, Francia, regresó a Rusia y finalmente, tras estables ires y venirse, se despidió de la vida en París.

“Parece la obra chapucera de un niño sin talento de ocho o nueve años”, soltó con absoluta naturalidad Adolf Hitler sobre la obra de Kandinsky en 1937. Nuestro artista era un incomprendido. Y a pesar de la opinión del Führer, que nunca se distinguió por su buen paladar para el arte moderno, el imaginario de Kandinsky trascendió esas palabras y el paso del tiempo. El ruso, con sus pinceladas impregnadas de temperamento dio el pistoletazo a la pintura abstracta. Pero como suele ocurrir en la trayectoria de numerosos genios, apenas cató las mieles del éxito a lo largo de sus 80 años de vida, el reconocimiento universal lo alcanzó más bien tarde.
Kandinsky llegó a ser Kandinsky tras una larga evolución. En sus primeros bocetos, las líneas representaban objetos y reproducían el mundo real, a medida que fue bebiendo del simbolismo del color y la psicología, sus obras ‘retrataban’ sentimientos. El ruso creaba empastes de colores que “hacían vibrar su alma”, pero cada uno de ellos escondía una lógica aplastante, cada trazo una razón, tal como él mismo plasmó en sus textos teóricos De lo espiritual en el arte (1912) o Punto y línea sobre el plano (1926), dos libros absolutamente recomendables.

En ellos además de reflexionar sobre el arte, desmenuza y explica sus dibujos. Su manera de entender la línea, el punto (célebre es su frase “todo empieza por un punto”) y los colores. También, por supuesto, explica la diferencia entre el “interior” y el “exterior” de la vida y de un cuadro, su incesante búsqueda de lo espiritual en detrimento de lo real. Una inquietud que se le despertó, tal como el mismo relató, de una manera fortuita.
“El arte va más allá de su tiempo y lleva parte del futuro.El color es el teclado, los ojos son las armonías, el alma es el piano con muchas cuerdas. El artista es la mano que juega, toca una tecla u otra, para causar vibraciones en el alma”.

En alguna ocasión, según parece, Vassily regresó a casa algo cansado y al contemplar una obra que colgaba en la pared, se sorprendió viendo que no podía reconocer ninguna forma, solo percibía el lenguaje secreto del color. La cuestión es que se trataba de uno de sus propios cuadros colgado al revés. Una tontería grandiosa de esas a las que por lo general uno no presta atención, pero cuando lo hace se ilumina un nuevo universo. Fue entonces cuando descubrió que el tema no trataba sobre pintar elementos naturales, sino que para llegar al quid de la cuestión debía abandonar el objeto.
“El artista es la mano que, mediante una y otra tecla, hace vibrar adecuadamente el alma humana”.

1922.
El ‘truco’ –más bien una filosofía– consistía en dejar de lado el exterior para enfocarse e ‘intimar’ con su interior. Asícomenzaron a danzar sus pinturas a base de líneas y puntos; así nacieron sus “Composiciones” de visiones interiores, sus “Impresiones” del mundo y las “Improvisaciones” espontáneas sobre estados de ánimo o momentos. Kandinsky cambió de lenguaje, dejó de plasmar lo que veía para darle forma a las sensaciones que le provocaba verlo.
“El color es un poder que influye directamente en el alma”.
La exposición se desarrolla en orden cronológico a lo largo de ocho salas. El recorrido se plantea en cuatro secciones: Munich, 1896–1914, Rusia, 1914–21, Bauhaus, 1921–33, París, 1933–44. Recorre los periodos clave de la vida de Kandinsky, desde los primeros años en Alemania, pasando por sus años en Rusia y finalizando con su estancia en Francia, a través de obras fundamentales como Alte Stadt II (1902), Lied (1906), Improvisation III (1909), Im Grau ( 1919), Gelb-Rot-Blau (1925) y Bleu de ciel (1940).
Kandinsky. Una retrospectiva, en CentroCentro de Madrid estará abierta al público hasta el 28 de febrero. se recomienda la adquisición previa de las entradas a través de Internet .Kandinsky, una retrospectiva amplía su horario hasta las doce de la noche los días 25, 26, 27 y 28 de febrero