Galeria Javier Lopez & Fer Frances

Anton  Henning: del 22 de febrero a Mayo.

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Portrait No 444, 2015. Óleo sobre lienzo de Anton Henning.

Hace con el arte lo mismo que hacemos todos: reflexiona, se interroga, ironiza sobre su presentación en el espacio que lo acoge, intenta buscar las fronteras entre representación y realidad, explicarse el papel del artista y, ya que estamos, el del espectador como voyeur. Pero Anton Henning (Berlín, 1964), paradójicamente, transforma estas cuestiones en arte.
Este alemán autodidacta, se formó como autor en los 80 yendo de aquí para allá de Berlín a Londres y Nueva York. Aprendió mucho, estudió Historia del Arte, y ahora sabe cómo expresarse a través de la pintura, la escultura, la fotografía, el vídeo, dibujo, la música y en el diseño interior que se plantea como una escenografía total (Gesamtkunstwerk) apta y amable para el espectador.
En ésta, su primera exposición en España, presenta pinturas de sus series de desnudos, interiores, retratos y composiciones surrealistas, además de esculturas en bronce y un conjunto de lienzos en los que ofrece una insólita interpretación de algunos personajes de los Simpson.

La Fábrica

Alejandro Marote: 11:11″:  del 23 de febrero al 1 de abril.

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De la serie “A”, Alejandro Marote.

Madrileño del 78, Alejandro Marote forma parte del colectivo de fotografía BlankPaper. Y si bien las fotos son su herramienta de trabajo, lo que hace se acerca mucho a la pintura o la escultura, pero siempre desarrollándolo con el soporte original. En 11:11, su primera exposición en La Fábrica, nos habla la puerta existente entre la realidad dual y la abstracción pura a través de 25 fotografías y huecosgrabados realizados para este proyecto inédito.

Lo especial de su hacer, no se ve a simple vista, pero Marote somete cada negativo a dos tomas fotográficas, desvelando el pulso constante entre los opuestos de la realidad. Debido a la continua superposición de imágenes, las diferentes capas externas que envuelven a la forma, se disuelven y dejan a éta liberada de toda apariencia estética. Al escapar de estos barrotes formales, se inicia el viaje hacia las profundidades de la expresión pura, hasta el lugar donde nace el Símbolo. Ver para comprender.

Galeria Guillermo de Osma

Abastracción del Grupo Pórtico al Centro de Cálculo 1948-1969, del 18 de febrero al 19 de abril.

Osma
García Asensio, “Composición”, 1968.

Son 50 obras entre pintura y escultura, firmadas entre el 48 y el 68 por los grandes de la abstracción española –Fermín Aguayo y Santiago Lagunas, Tony Stubbing, Modest Cuixart, Joan-Josep Tharrats, Tàpies, Manolo Millares, Antonio Saura, Martín Chirino, Manuel Rivera, Juana Francés, Rafael Canogar, Luis Feito, Gerardo Rueda, José Guerrero, Jorge Oteiza, Pablo Palazuelo o Eduardo Chillida…-en un recorrido que va desde la irrupción del Grupo Pórtico en Zaragoza, hasta las investigaciones realizadas por varios artistas en el Centro de Cálculo de la Complutense de Madrid.

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Fernando Zóbel, “Corral”, 1964.

Ya se sabe que las guerras, entre otros efectos colaterales, dejan su huella en el arte. La Primera Guerra Mundial dio pie a la abstracción geométrica, el dadaísmo y el surrealismo; la Segunda, al informalismo. Los grupos abstractos de la Escuela de Nueva York, el tachismo francés o los italianos trazaron nuevas líneas plásticas, muy reconocidas en el arte del siglo XX. En España, el Grupo Pórtico (que debe a su nombre a una librería donde se realizó una exposición en aquel entonces), se unió a esta nueva vía de expresión. Y la exposición se inicia precisamente con las obras de Santiago Lagunas y Fermín Aguayo , dos de sus miembros, y tras dar un repaso a 20 años de evolución concluye con las de Manuel Barbadillo, Elena Asíns, Tomás García Asensio o Enrique Salamanca que a finales de los 60, desde la  Universidad  madrileña en a la creatividad plástica. A veces es muy saludable volver a mirar hacia atrás, para retomar el hacia adelante desde otra perspectiva….

Caixa Forum (Paseo del Prado, 36. Madrid)

Miró y el objeto : del 10 de febrero al 22 de mayo de 2016.

Es la primera vez que una exposición ahonda en la casi obsesión de Joan Miró .  (Barcelona, 1893, Palma de Mallorca, 1983) en torno al objeto, el artista era un ‘caza tesoros’ de lo minúsculamente precioso. Recolectaba desde una rama o una piedra, hasta cualquier rareza extraviada y, de una manera u otra, esos hallazgos se alistaban en su hacer y se sumaban a su evolución en sus distintas etapas creativas.

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“Servirme de las cosas encontradas por divino azar, hierros, piedras, como me sirvo de un signo esquemático dibujado por azar sobre el papel o de un accidente ocurrido también por azar. Es tan solo esto, esta chispa mágica lo que cuenta en arte.”, escribía el maestro. Son 109 obras, entre pinturas, cerámicas y esculturas, que abarcan un período comprendido entre 1916 a 1981, procedentes del fondo de la Fundació Joan Miró y de colecciones públicas y privadas, además de una selección de objetos originales que el artista coleccionó a lo largo de su vida. En este mundo, os recomiendo el libro El ojo de Miró (que nada tiene que ver con esta exposición) editado por La Fábrica, con fotografías de Jean Marie del Moral y textos de Joan Punyet Miró, nieto del catalán, nos invita a conocer el taller de Miró a través de esas joyas que iba en sus paseos por la vida.

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Miró estaba en sintonía con la predisposición de los dadaístas y el arte popular, el anónimo y el primitivo: figuras precolombinas, esculturas africanas, herramientas de madera, figurillas de pan, fragmentos de cerámica, siurells (silbatos mallorquines), dibujos infantiles, títeres y mucho más. Eran sus musas.

La muestra se despliega en seis ámbitos que ilustran la evolución del creador desde la representación pictórica del objeto hasta la incorporación física del mismo en la pintura, a través del uso de procedimientos como el collage y el assemblage. En 1927, con su conocida frase “quiero asesinar la pintura”, dejaba muy claro que para él la idea de la pintura de caballete o tela, no era lo suyo ni suficiente.

Miró y el objeto es un viaje hacia el universo mironiano a través de la mirada del artista sobre objetos supuestamente intrascendente pero que a sus ojo eran elementos esenciales para su peculiar constelación. Magia creativa.

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El Ojo de Miró, más que un libro, una biografía.

 

 

 

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