«Madres Paralelas» o sea, madre hay más de una

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Hoy se estrena en los cines de todas España la última película de Pedro Almodóvar

Una vez más, como lo hizo en Carne trémula y en «Todo sobre mi madre«, Pedro Almodóvar pone a Penélope Cruz a parir. En Madres paralelas el director se adentra nuevamente en el tema de la maternidad y lo hace ahondando en las motivaciones, contradicciones y vicisitudes femeninas a la hora de tener hijos -el instinto maternal se tiene o no se tiene- y actualiza su visión sobre las madres abnegadas a través de los distintos modelos de madres siglo XXI que no son necesariamente perfectas.

La película se centra en la relación entre dos madres primerizas, solteras y embarazadas accidentalmente, que se conocen en el hospital poco antes de dar a luz. Janis (Penélope Cruz) de mediana edad, que sabe que su reloj biológico le pondrá cada vez más difícil el poder tener hijos, está exultante. Ana, una adolescente (Milena Smit) que aún ejerce de hija desamparada, está asustada, desconcertada y reticente ante la idea de ser mamá. Entre ellas se crea un vínculo que acabará nutriendo complicando y cambiando sus vidas.

Entre Ana y Janis se crea un vínculo especia, que se prolongará en el tiempo e influirá en sus vidas,nco cuando ambas se conocen en la habitación que comparten en el hospital pocas horas antes de parir.

Pero Madres paralelas son dos películas enlazadas: una, la mencionada sobre la maternidad en su disparidad de vertientes, y la otra, en torno al delicado tema de la Memoria Histórica, que se traza a través de la necesidad de Janis de desenterrar los huesos de su abuelo. Y si bien el tema de las fosas comunes tiene un peso específico en la trama, en el largometraje se trata a modo de prólogo, con un comienzo en el que el director no se corta un pelo al criticar sin rodeos la política del ex presidente Mariano Rajoy, recurriendo a uno de los personajes que recuerda en voz alta las palabras dichas por el dirigente del PP con orgullo, asegurando que para la memoria histórica, había dedicado cero euros de los presupuestos generales del Estado. Y el tema de las fosas comunes, como broche final del filme, deja una puerta abierta a la esperanza. El nexo común entre ambas narraciones es la necesidad de quitar la mordaza a la verdad íntima de los personajes y la de la España más silenciada.

Pero centrémonos en los otros modelos de madres al margen de las protagonistas: Aitana Sánchez-Gijón da vida a Teresa, actriz y madre de Ana, que antepone su profesión e intereses por delante de todo. Carece totalmente de instinto maternal. La madre de Janis, también soltera, era una hippy de principios de los 70 -icónicamente representada por la foto de una mujer de la serie Les festes hippies de Oriol Maspons-, muerta por una sobredosis a los 27 años. Ella es la madre ausente. Su madre, o sea Cecilia, la abuela de Janis que también soltera, fue la que ejerció de madre real de su nieta, la educó y le dejó como legado que abriera la fosa de las afueras del pueblo, donde fue enterrado su padre junto a otros paisanos al comienzo de la Guerra Civil. Cecilia sería la madre de reemplazo. Rossy de Palma, amiga de Janis y editora de la revista Mujer ahora, es la madre de todas, entregada, comprensiva e incondicional aunque nunca ha tenido hijos. Podría ser la madre sucedánea circunstancial.

Almodóvar y los actores de Madres paralelas: Penélope y Milena y Aitana e Israel Elejalde flanqueando al director. ©Nico Bustos

En casi todas las películas de Almodóvar siempre hay algún o algunos taxis, algún travesti o algún trans, algún médico, tomas que ilustran las ciudades en las que transcurre la historia o publicidad en plan cameo -desde pañales a marcas de lujo- entre otros de los muchos caprichos recurrentes del director. También lo son las puertas que se abren y se cierran, y éstas, en Madres Paralelas, aparecen mucho más que en otros de sus largometrajes. Intuyo que de manera consciente o inconsciente confluyen dos razones y un recurso. Primera razón, el guión fue escrito durante el confinamiento, durante la pandemia en la que apenas salíamos o entrábamos de casa. Segunda, el tema tangencial del filme, el de las fosas comunes de los muertos de la Guerra Civil al que el director hacía tiempo que le había echado el ojo. Almodóvar ya se había adentrado en la cuestión como productor de El silencio de los otros, un documental excelente sobre esa realidad sombría de España dirigido por Almudena Carracedo y Robert Bahar (se puede ver en Netflix), pero producir no es lo mismo que contar, y Pedro, probablemente, necesitaba aportar su granito de arena narrativo al asunto. En Madres paralelas el manchego lo hace con seriedad, delicadeza y veracidad a través del personaje de Penélope Cruz y su necesidad de honrar a su abuelo. Respecto a la utilización de las puertas como recurso, a lo largo de la película los actores, en distintas secuencias, cuando abren una puerta se topan con algo inesperado «ya sea una sorpresa, una ilusión, la decepción o el dolor» tal como apunta Alberto Iglesias, autor de la banda sonora de la cinta. Almódovar también abre y cierra esas puertas para sanar la vida de sus protagonistas y que los muertos de familias emocionalmente mutiladas, que aún continúan buscando justicia, salgan a la superficie y puedan ser llorados, recordados y enterrados dignamente por sus seres queridos.

También he marcado con mis «asteriscos» personales, los cambios abruptos, casi cortantes y cabreados, de una escena al pasar a otra, puede que se deba a la estructura dual o a un extraño montaje discontinuo. Asimismo destacan la muy sagaz utilización de elipsis, que nos ahorran detalles superfluos y nos arrastran en la historia de una manera más fluida y el regodeo en unos diálogos que, de tan sustanciosos, en algunos momentos pecan de teatrales. Son textos que cambian de musicalidad, ritmo y sobre todo son más forzados y menos creíbles, quizá por su solemnidad, en la interpretación de los actores, cuando tratan la vertiente histórica del filme y que relucen con luminosa naturalidad en las arenas del melodrama.

Madres paralelas, mucho más dramática, tensa y con dosis muy dosificadas del humor almodovariano, está marcada por los contrastes: el de las mujeres divergentes, de distintas generaciones, realidades, personalidades y maneras de plantearse la maternidad (y la vida); el de la música, de la banda sonora de Iglesias, una intérprete más, que en plan montaña rusa cambia radicalmente de registro, especialmente cuando acompaña a Penélope Cruz; o en las obras de arte que visten los decorados, por cierto, me encanta descubrir los títulos de los libros a los que Almodóvar recurre para sus escenografías, siempre guardan un guiño del director. Tradición y modernidad. Es llamativa la mezcolanza de pinturas del XIX y XX de artistas tan dispares como Romero Torres, Joaquín Sorolla, Zuloaga, Meifrén Roig, con el surrealismo de Óscar Domínguez y la contemporaneidad de las esculturas de Dis Berlin ​ o de un cuadro firmado por Almodóvar y Jorge Galindo. Ocurre también con la (maravillosa) selección de fotografías de Virxilio Vieitez que dialogan con las de Cecil Beaton y el ya mencionado Oriol Maspons.

Otro de mis notas al margen, la apunté cuando Aitana Sánchez-Gijón/Teresa ensaya y recita un texto de Doña Rosita la soltera de Federico García Lorca (otro guiño a la doble de la trama), me daba la sensación de estar escuchando a Marisa Paredes/Huma Rojo, también actriz en Todo sobre mi madre, interpretando un monólogo de Un tranvía llamado deseo de Tennessee Williams. ¿Será que Almodóvar escribió el papel pensando en la Paredes que ya está mayor para pasar por madre de una adolescente? me pregunté y de ahí casi por generación espontánea apareció otro toc-toc cerebral en mi cabeza: siguiendo con los paralelismos y las madres hay uno muy marcado entre Madres paralelas y Todo sobre mi madre. En la película del 99, una jovencísima Penélope Cruz, encarnando a la Hermana Rosa embarazada, ante el desamparo materno, era acogida en su casa por Cecilia Roth, una madre desgarrada. En la historia de 2021 Ana, una jovencísima Milena Smit, es acogida por Janis una Cruz más madura. En ambos casos mujeres solas y fuertes se ayudan y forman una familia no biológica pero funcional.

Dos modelos de madre: Ana, que no estaba preparada para la maternidad pero qie por amor se lanza a disfrutarla y su madre Teresa, muy ocupada consigo misma por lo que es incapaz de asumirla.

En cuanto a las interpretaciones, la de Penélope Cruz con una lucha interna angustiosa, moral y contradictoria, y con un nudo en el estómago por lo que hace, lo que quiere hacer y lo que debería hacer, al mismo tiempo que guarda las apariencias de cara al exterior hasta que explota (en plan erupción del volcán Cumbre Vieja de La Palma) es bestial. Será por eso que recibió la Copa Volpi a la mejor actriz en la última edición del Festival de Venecia. En la relación director/actriz se percibe una madurez profesional en sintonía, que a esta altura de sus trabajos comunes da la sensación que Penélope y Pedro ya se conectan por osmosis. Respecto a Milena Smit que en ésta, su segunda película, da vida a un personaje desvalido absolutamente antagónico al explosivo que interpretó en No matarás de David Victori, su actuación en ambas producciones es pura dinamita. Su talento inconmensurable, su profesionalidad y su despegue recuerdan mucho al de Rosalía y sin duda se le puede augurar el mismo éxito imparable. Milena llegará hasta donde ella quiera. Respecto a Aitana Sánchez-Gijón, que ha protagonizado magistralmente tanto obras de teatro como películas, el de Teresa no es ni el personaje ni la interpretación de su carrera; Rossy de Palma -la más reincidente de las actrices de Almodóvar- tampoco destaca por su actuación, su personaje le da apenas juego para poder hacer de ella misma sin más matices. Julieta Serrano, en su breve y convincente aparición demuestra, una vez más, que es una gran dama de la escena. Israel Elejalde da vida a Arturo, el padre de la criatura de Janis. El actor es la única presencia masculina de la película y bien si es un rol secundario, lo borda.

Israel Elejalde, único hombre del elenco, da vida a Arturo Buendía un antropólogo que ayudará a Janis dirijiendo la apertura de la fosa de su bisabuelo. También es el amante de la fotógrafa y padre de su bebé.

Madres paralelas, la película más abiertamente política de su director, podría haber tenido varias opciones posibles para el final (a mí se me ocurren unas cuantas). La decisión del director me dejó boquiabierta y me pareció un tanto brusca. En la escena aparecen todos los personajes de la historia con sus relaciones y aflicciones resueltas, Almodóvar nos las da masticadas y digeridas. Dichosas elipsis, yo me quedé con las ganas de saber un poco más sobre cómo mezclo los ingredientes y los cocinó para llegar a ese desenlace. Sea como fuere el cineasta optó por cerrar su largometraje con la exhumación de las fosas comunes. Es conmovedor, y hay un momento de la acción en la que se evoca una secuencia de El silencio de los otros que pone la piel de gallina. Un dato anecdótico, todos los profesionales que aparecen en la excavación son auténticos, no actores. La mirada al fondo de la fosa de la pequeña Cecilia, una de las bebés de las protagonistas, ya con casi dos años, representa la memoria del futuro, la de las generaciones que vendrán y que no olvidarán la barbarie que representa la existencia de esas tumbas. El final emotivo y emocional concluye con una cita de Eduardo Galeano: No hay historia muda. Por mucho que la quemen, que la rompan, que la mientan, la historia humana se niega a callarse la boca.

En la escena final aparecen todos los personajes de la historia con sus relaciones y aflicciones resueltas. Todo ellos están conmovidos por la exhumación de los restos de gente asesinada brutalmente.

La película está bien y me da que por el hecho de ser un dramón De profundis, lo de las «chicas almodóvar» pasará al olvido. Las mujeres de Madres Paralelas han dado el estirón y han madurado. Dicen que la película es muy lacrimógena, a mí no se me escapó ni media lágrima. Lo que sí está claro, tras ver la cinta, es que más de un espectador saldrá con ganas de tortilla de patatas, no tanto de comerse un pincho en un bar, sino por cocinarla en casa y comprobar que a nosotros nos puede salir tan espectacular como la de Janis.

Madres paralelas se estrena hoy en España
Título original: «Madres paralelas». Dirección y Guion: Pedro Almodóvar. Compañías productoras: El Deseo, TVE, Remotamente Films. Música: Alberto Iglesias. Fotografía: José Luis Alcaine. Montaje: Teresa Font. Diseño de escenarios: Vicent Díaz. Producción: Agustín Almodóvar, Esther García. Reparto: Penélope Cruz, Milena Smit, Israel Elejalde, Aitana Sánchez-Gijón, Rossy de Palma, Julieta Serrano, Daniela Santiago, Adelfa Calvo, José Javier Domínguez, Inma Ochoa, Trinidad Iglesias, Carmen Flores, Arantxa Aranguren, Ana Peleteiro. Presentación Oficial: Mostra de Venecia. Duración: 123 minutos.

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