Alicia Rius es una loca de los gatos, aunque en casa no tiene ninguno. Esta fotógrafa catalana (Girona, 1982) afincada en Los Ángeles, California, los retrata y con sus imágenes es capaz de transmitirnos tanto la esencia como la belleza de estos animales. Le fascina la raza Sphynx, gatos esfinge o egipcios -aunque originalmente son de Canadá-, los mininos sin pelo, por decirlo de una manera gráfica, son los dioses que cautivan su objetivo.

«Un gato es absolutamente honesto emocionalmente: los seres humanos, por una razón u otra, pueden ocultar sus sentimientos, pero un gato no lo hace». Ernest Hemingway
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©Alicia Rius.

«Mucha gente los ve desagradables, feos«, que dan grima, que tienen cara de aliens y que parecen malos o malvados», nos cuenta. «Por mi experiencia, los Sphynx son los gatos más cariñosos con los que he trabajado. Son divertidos, muy sociales y les encanta estar con gente. Si volviera a tener un gato, sin duda, sería de esta raza», dice sin vacilar ni un segundo.

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©Alicia Rius.

Hablemos de gatos

En el gato todo es misterioso, desde sus orígenes, aunque sabemos que fue domesticado hace alrededor de 7.500 años, hasta lo que piensa cuando nos mira fijamente, porque como todo ser superior no se inmuta al clavarnos la mirada. Considerado sagrado o maldito, según las civilizaciones y las épocas, lo que los felinos tienen claro es que en relación a los humanos ocupan un segundo lugar tras el perro y están encantados con ello. A diferencia de el mejor amigo del hombre, el gato mantiene latente su identidad de animal semisalvaje, su independencia, y su absoluto desinterés por todo lo que no satisfaga su instinto.

«El gato no nos acaricia, se acaricia con nosotros».  Antoine Rivarol
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©Alicia Rius.

Posiblemente ese  punto indomable de no doblegarse, si no le viene bien, a los caprichos de sus dueños, es junto a su elegancia y belleza uno de sus grandes atractivos. En casa es él, y no el humano, el que marca las normas. Por ejemplo: él dormirá contigo siempre que sea posible, y en una posición que sea la más incómoda para ti o su deseo arañar tu sofá favorito es directamente proporcional a la desesperación y los intentos infructuosos que hagas para poder evitarlo.

«Dios hizo el gato para ofrecer al hombre el placer de acariciar un tigre». Víctor Hugo.
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En Egipto matar a un gato estaba prohibido bajo pena de muerte, y cuando uno de estos animales fallecía los egipcios se afeitaban las cejas en señal de duelo. Tan considerado como un auténtico ser divino era en esta tierra, que la diosa Bastet, protectora  del hogar y símbolo de la alegría de vivir, está representada con cabeza de gato. En Bubastis, la ciudad donde se le rendía culto, había un cementerio para felinos momificados.

«Se le reprocha al gato su gusto por estar a sus anchas, su predilección por los muebles más mullidos donde descansar o jugar: igual que los hombres. De acechar a los enemigos más débiles para comérselos: igual que los hombres… De ser reacio a todas las obligaciones: igual que los hombres una vez más.” Jean Baptiste Say
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Los griegos, por su parte, decían que la diosa Diana había creado a los gatos para ridiculizar al león, creado por su hermano el Dios Apolo. Para los celtas, los ojos del gato representaban las puertas que conducían hacia el reino de las hadas.

«Mi gato nunca se ríe o se lamenta, siempre está razonando». Miguel de Unamuno

Las atribuciones mágicas y religiosas y los vínculos mitológicos de sus orí­genes, dieron un giro radical en la Edad Media, cuando se le relacionó con cuestiones demoníacas y malignas hasta tal punto que fue perseguido. Causa y consecuencia: ese hostigamiento dio lugar al aumento de las poblaciones de ratas y en las subsiguientes epidemias de peste ocurridas en la época.

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©Alicia Rius.

En la literatura, el arte, el cine o la televisión casi siempre se hace referencia a su gracia, delicadeza, astucia e incluso malicia, y habitualmente se les suele dar el papel de malísimos, de compañeros de los villanos o de las brujas. No ocurre lo mismo en los dibujos animados donde bien son los protas o los antagonistas del buenazo del perro, véanse como ejemplo El gato Félix, Garfield, Tom (Tom y Jerry), Don Gato y su pandilla o Silvestre (Silvestre y Piolín). En cuanto a los libros, ahí están la fábula El gato con botas de Charles Perrault, Alicia en el país de las Maravillas de Lewis Carroll, The Cat in the Hat de Theodor Seuss Geisel o El gato negro de Edgar Allan Poe.

«Si fuera posible cruzar a un hombre con un gato, mejoraría el hombre, pero se deterioraría el gato». Mark Twain

Y es en el arte, el tema que nos ocupa, donde los mininos también han encontrado un lugar a su altura: Goya, Picasso,  Magritte o Warhol  son algunos de los genios que han inmortalizado a estos excepcionales modelos, tal como hoy en día lo hace Alicia Rius  cuyas magníficas fotos gatunas articulan esta historia.

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©Alicia Rius.

Desde que comenzó a dedicarse de lleno a la fotografía, y eso apenas algo de más de tres años atrás, Alicia Rius no para de recibir premios y de exponer en galerías de Europa y de Norteamérica. Esta catalana afincada en Los Ángeles, California, dejó atrás su trabajo en publicidad para entregarse a sus dos verdaderas pasiones (aunque su bebé, entre nosotros, está por encima de cualquier otra cosa): la que le contagiaron su padre y su tía, ambos fotógrafos, siendo pequeña, y la que desde su infancia le sale del alma, su amor por los animales. «No sabes la cantidad de bichos que he tenido: un murciélago, tres hurones, una paloma pulgosa… Lo que fuera Todo aquello que era moribundo… Yo lo recogía», recuerda con su enorme sonrisa. Ahora solo convive con Riff, un pequeño mil leches encantador.

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©Alicia Rius.

 Su profesión es la de retratar animales para revistas, libros y otros medios. Y si bien en su trabajo personal toca otros palos, como paisajes o su magnífica y galardonada serie Abandoned Places, sus retratos de mascotas, especialmente los gatunos, son exquisitos. «Mi adoración por ellos me ha empujado a explorar su belleza y singularidad . Quiero capturar esos escurridizos estados de ánimo de su personalidad y sus expresiones, las que les permiten ser ellos mismos por su propia naturaleza». Aquello de que «de noche todos los gatos son pardos», más atribuible a los seres humanos que a los michifuces, para Rius está muy lejos de la verdad.

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©Alicia Rius.

«Los  Sphynx me fascinan en muchos sentidos. Me atraen por esa pinta de alienígenas que tienen sin esos extravagantes y mullidos pelaje. Esta raza enseña lo que es un verdadero gato con cada uno de sus pliegues y movimientos, sin adornos. Todo está a flor de piel, expuesto, vulnerable. Tienen algo perturbador y misterioso que hace que aún me asombre cada vez que miro a uno de ellos». Es esa capacidad de sorpresa que la fotógrafa mantiene viva, es la que consigue fascinarnos con cada una de sus imágenes.

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©Alicia Rius.

Hay que reconocer que fotografiar gatos sin pelo tiene un punto algo friki, desde luego es peculiar, pero a Alicia desde pequeña le gustaban las cosas raras como, por ejemplo, los museos de curiosidades a los que no podía resistirse aunque le daban un poco de morbo. «Me recuerdo observando con una mezcla de fascinación, curiosidad y desconcierto una oveja con dos cabezas. Me produjo una sensación tan inusual que me quedé ahí petrificada frente al animal muchísimo tiempo intentando desentrañar cómo podía ser tan diferente a lo que hubiera tenido que ser. Lo mismo me sucedió la primera vez que vi un Sphynx sin pelo. Me enamoré», comenta. Así comenzó todo, el primer retrato lo hizo en 2013 en San Francisco y, ese mismo verano  decidió profundizar en la raza y crear una serie sobre ella.

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©Alicia Rius.

Si ya es complicado fotografiar a un perro, que al menos responde a unos oportunos «¡Siéntate!» o «¡Quieto ahí!», hacerlo con un gato tiene tela, pero Alicia Rius ya es una experta: «He aprendido mucho en cuanto a mejorar mi workflow (proceso de trabajo) y la manera para ahorrar tiempo en la posproducción. He mejorado el sistema: flash externo, sombrilla, mejores telas negras para conseguir un fondo más oscuro y trucos con los gatos, como ponerles un poco de comida húmeda en el lomo o en la pata para que se laman y así conseguir posturas más interesantes».

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©Alicia Rius.
«Los perros nos miran como sus dioses, los caballos como sus iguales, pero los gatos nos miran como sus súbditos». Winston Churchill

Incluso para aquellos a los que no le gusten los gatos (básicamente porque no les conocen), la belleza, la elegancia y el velado misterio de los Sphynx de Alicia Rius, indudablemente coincidirán en que estos gatitos son puro arte.

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